El sector mundial de la tecnología agroalimentaria ha crecido a una tasa de crecimiento anual compuesto del 42% desde 2016 y, a pesar de la pandemia, 2020 se convirtió en un año récord para el sector, con un total de inversiones que superó los 17 mil millones de dólares. Mientras que los centros globales de startups como Silicon Valley, Londres e Israel siguen dominando este sector, nuevas ciudades están empezando a desafiar a estos titulares, incluyendo Singapur, París y Berlín – y en América Latina, Chile también se ha presentado como un fuerte contendiente, no sólo en categorías como Food Delivery, Agtech y Next-Gen Food, sino también en otras áreas como Consumer Tech.
TechLATAMAsia invitó a Sebastián Wilson, CEO y creador de OK to Shop, una start-up chilena de foodtech, que compartiera algunas de sus perspectivas como emprendedor de foodtech en Chile.
El desarrollo de la aplicación móvil OK To Shop
OK to Shop es una app para móviles que permite a las personas saber en pocos segundos si un producto es apto o no en función de sus restricciones o preferencias alimentarias (veganos, vegetarianos, personas con diabetes, celiaquía, alergias, kosher, halal, etc.).
El origen de esta aplicación surge de una experiencia que tuve cuando compré una sopa instantánea que supuestamente era de vegetales, pero que adicionalmente contenía caldo de pollo, lo cual no era compatible con mi alimentación pues soy vegano.
Decepcionado de haber comprado y consumido dicho producto a causa de la poca claridad de su etiquetado, me propuse idear una solución para evitar que esto vuelva a ocurrir. Para ello, investigué qué tan relevante era este problema para otras personas y descubrí algunas cifras que me impactaron: más de un tercio de la población de Chile y el mundo tiene alguna restricción alimentaria (por asuntos de salud, religión o de estilo de vida) y se espera que en menos de 10 años la mitad de la población tenga algún tipo de restricción de este tipo.
Para algunas personas, consumir un producto por error podría no implicar más que un dolor estomacal, pero para otros podría significar cometer un pecado o incluso tener consecuencias fatales, lo cual confirmó que hallar una solución era imperativo.
El incidente fue a fines de 2018, pero no fue hasta marzo de 2019 que me decidí a dedicarme a tiempo completo a desarrollarla. En abril de 2019 constituí la empresa y finalmente la app se lanzó en septiembre de ese mismo año.
Desafíos iniciales
Debido a la alta penetración de smartphones conectados a internet en Chile, contar con una app que muestre el contenido de los productos parecía una solución evidente. El gran problema sin embargo no sería desarrollar esa app, sino conseguir la información nutricional de los alimentos que uno encuentra típicamente en un supermercado. Para ello, consultamos a diversas instituciones privadas y públicas, pero nadie contaba con una base de datos con el nivel de detalle que requeríamos, lo cual nos hizo pensar si acaso podríamos llegar a concretar nuestro propósito.
Ante la falta de información, nos vimos en la disyuntiva de cancelar el desarrollo o construir por nuestra cuenta la base de datos que necesitábamos. Optamos por esta última opción, ya que no solo nos serviría para nuestra app, sino que se convertiría en nuestro principal activo pues nadie más tendría el nivel de detalle que nosotros tendríamos para cada producto.
Si bien la inversión inicial de tiempo, energía y dinero fue grande, esto fue fundamental para rentabilizar nuestro trabajo vendiendo esos datos a terceros (para que los utilicen en sus propias apps o sitios web), a la vez que nos permite entregar un servicio gratuito y de altos estándares de calidad a nuestros usuarios. Esta gratuidad sin embargo traería consigo un beneficio inesperado para nosotros: los mismos usuarios serían los principales aportantes de nuevas fotografías de productos, lo cual nos permitió a aumentar aún más rápido el tamaño y profundidad de nuestra data, ayudando así a más personas y generando en consecuencia un círculo virtuoso.
Por último, y a pesar de que varias empresas mostraban un alto interés en contar con nuestra información para enriquecer las fichas de los productos que venden en sus ecommerce, el proceso de venta fue extremadamente lento debido a factores como la situación social de Chile y la crisis sanitaria a raíz del COVID-19, por lo que uno de nuestros más grandes desafíos fue mantenernos operando por casi 18 meses sin contar con ingresos económicos más que nuestros propios ahorros y préstamos de familiares y amigos.
El modelo de negocio
Nuestra app es 100% gratuita para los usuarios y no pedimos ningún tipo de dato personal para usarla. Sin embargo, nuestra comunidad de usuarios es muy activa en enviarnos fotos de productos para que los agreguemos a la base de datos por lo que hemos construido un repositorio de más de 30,000 productos (de Chile y Perú por ahora) que están completamente analizados por nutricionistas y entidades certificadoras. Esa información se la vendemos actualmente a supermercados (como Walmart Chile, Cencosud, SMU y Tottus) y otros empresas de ecommerce para que enriquezcan las fichas de los productos que venden en sus sitios. Con ello, se ahorran mucho tiempo de analizar esa información ellos, saben que la tendrán siempre actualizada, y brindan una experiencia de compra insuperable a sus clientes.
Hoy en día tenemos más de 65.000 usuarios principalmente de Chile y Perú, pero estamos en fase de expansión por lo que esperamos estar en los próximos meses también en Colombia, México y Argentina.
El nivel de la educación alimentaria en Chile y los famosos sellos de advertencia puestos en los alimentos
El nivel de educación alimentaria en general es muy bajo, pero no solo en Chile, sino que en todo el mundo. Hay muchos mitos en torno a la alimentación, la gente desconoce el origen de muchos ingredientes, y sobre todo quienes viven en ciudades abusan de alimentos ultraprocesados. En ese sentido, creo que la ley de sellos de advertencia ha sido muy buena. Si bien hay oportunidades de mejorarla, nuestra evaluación de esta es sumamente positiva (no por nada ha sido replicada en otros países como México).
Evidentemente, en algunas categorías de alimentos no ha tenido mayor impacto (la gente no se alarma de ver un sello “alto en azúcar” en un chocolate o “alto en sodio” en una pizza envasada), pero en otras como cereales y snacks destinados a niños, su impacto se ha notado.
Lo relevante de esta ley es que no solo implementa los famosos sellos negros, sino que también impide el uso de material gráfico que apunte al mercado infantil en aquellos alimentos que los contienen, e impide que los establecimientos comerciales que están cerca de los colegios vendan ese tipo de alimentos, así es que su alcance es bastante más profundo que se parece y probablemente todavía falten algunos años para que podamos evaluar con mayor certeza el beneficio que ha tenido en la salud pública.
Cambios en el ecosistema de startups de los últimos 3 años
Creo que el principal cambio, al menos a nivel local, es que han aparecido los primeros “unicornios”, lo cual ha llevado a que muchos emprendedores vean que es posible construir empresas gigantes desde nuestro país y se atrevan a soñar en grande.
Este mismo hecho ha impulsado también que los fondos de capital de riesgo locales se atrevan a apostar por las empresas de la región, pues saben que su recompensa puede ser cuantiosa; o dicho de otra manera, ahora temen arrepentirse por no haber invertido en el siguiente unicornio latinoamericano cuando estaba en su fase inicial.
Consejos para ingresar al mercado de LATAM
Creo que el principal consejo, y que a mi juicio aplica en todas partes del mundo, es conocer bien si la solución que se va a proponer realmente resuelve un problema relevante para la gente de acá. Es posible que algunas cosas que en otras partes sean un problema, acá no lo sean tanto; o bien que tengamos alguna manera de solucionarlo diferente.
En segundo lugar, encontrar personas, empresas o gobiernos dispuestos a pagar por esa solución es importante, ya que monetizar en LATAM supone un desafío mayor debido a que no existen tantos recursos como en otras partes del mundo, y todavía existe un alto porcentaje de la población que no está bancarizado.
Como último consejo, es importante tener presente que por muchos elementos en común que tengamos los países de Latinoamérica, nos gusta que nos hablen en “nuestro idioma” siguiendo modismos y formas de hablar propias de cada país. Personalizar y adaptar el contenido es vital para lograr una mayor adopción y uso posterior.